“Cabello malo” es
el nombre con el que definieron mi cabello desde nací. A temprana edad no
entendía el trasfondo de esa expresión racista, llena de dolor y resentimiento
hacia mi raza: negra.
A medida que
crecía me enseñaron a negar mi raza: morena, jabá, india, india canela; pero
nunca negra, era como sí ser llamada negra fuese una ofensa. Entre
alisados/desrizados y queratinas para "ablandar mi cabello", entre
bases de maquillaje claras “para verme más blanca”, entre extensiones de cabello
“porque el cabello malo no crece” fui creciendo y forjando una identidad
totalmente equivocada. Era parte de una rueda de “estereotipos” y para encajar debía
portar mi lacia cabellera gracias al “tcb”, ir religiosamente al salón de
belleza para mantener el status de “cabellera lacia”, rogarle a Dios y a todos
sus ángeles que antes de cualquier evento no lloviera para no perder ese status
lacia y por sobre toda las cosas dormir con mi “tubi o anchoítas”.
De esos
encuentros inesperados que la tecnología promueve, conocí las chicas de
cabellera afro y orgullamente negras que abundan en la internet, de un día para
otro decidí abandonar mi “status lacia” y asumir mi cabello tal cual es. En
aquel entonces creía que todos los patrones de rizos eran iguales, que mi
cabello crecería volumoso, definido y lleno de brillo igual que las chicas de
internet; pero estaba equivocada. No conocía el universo inmenso de texturas y
tampoco entendía que mi cabello aun en la comunidad afro/rizada continuaba
siendo “malo”. Todavía no entiendo el mal tan grande que mi cabello le ha hecho
a muchas personas. Me han sugerido desde “ablandarlo” hasta usar queratina con
formol para darle “forma”. Como si mi cabello fuese malo y necesitara alinear
sus valores, como si no tuviese forma. Pero me negué rotundamente de salir de
una dictadura para entrar en otra.
La gran mayoría de
nuestras insatisfacciones/frustraciones en la vida parten de las comparaciones.
Esa mala costumbre de usar las características del otro como parámetros, es
totalmente equivocada. Lo que nos hace únicas e irrepetibles son esas pequeñas características
que a veces llamamos defectos, pero en el fondo nos distinguen. Con el tiempo,
vino un poco de madurez. Siempre me ha parecido curioso como el tiempo nos da
la razón, lo que hace 5 años me preocupaba, hoy ni lo recuerdo y con la madurez
pasa lo mismo. Aprendemos y crecemos día a día, maduramos como el buen vino:
con el paso del tiempo y en mi caso esa madurez vino con mucha luz, aceptación,
empoderamiento y confianza.
Me siento llena
de luz, porque a medida que aprendo cosas nuevas sobre mi cabello puedo servir
de puente para muchas chicas que tienen dudas sobre el mismo. Vivo la aceptación
de reconocerme mujer negra, de cabello afro 4c, único, indomable y muy bueno,
porque fue el que me Dios puso en mi cabeza y Él nunca se equivoca. Con la aceptación
vino el empoderamiento, aceptar toda mi ancestralidad sin miedo al que dirán,
hace años entendí que mi color de piel, mi nariz, mi cabello, mis ojos y mis
labios son la perfecta mezcla de amor hecha persona. El empoderamiento de
asumir mis raíces y vivirlas con orgullo sin desmerecer a nadie y sin
compararme con ninguna otra mujer para reforzar es empoderamiento. Con el
tiempo la confianza en mí, en mi imagen, en que no tengo que llenar
estereotipos, que no tengo que agradar a todo el mundo, que está bien salir sin
los rizos totalmente definidos, que no pasa nada si un día duermo sin el gorro
de satín y comprender que las mujeres debemos ser aliadas han sido el gran
aprendizaje en este viaje afro/rizado.
He aprendido tantas cosas en este viaje afro/rizado y tu, que has aprendido?
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